Piedras blancas

Las veredas blancas, dejaron de ser sucias, se volvieron blancas, es lo que ocurrió ayer, cuando cayó piedra.

Sin embargo, apenas comenzó a desvanecerse el color blanco de las piedras, se convirtieron las veredas en agua sucia, papeles, puchos, restos indiscernibles encontraron un cauce en las calles.

Usualmente no se tiene cuidado con tirar cosas en la vereda como si no fueran nuestras; apenas llueve, la ignominia y el descuido comienza a volverse en contra.

Se tapan los desagües, nadie lo nota, nadie les presta atención, hasta que la próxima lluvia, tal vez sin piedras blancas, pero con mucho más poder inunda los barrios porque los caños subterráneos ya están colmados.

Cuando yo era chica, limpiar la vereda de la casa era parte de la rutina de la higiene, comenzaba con la vereda, se continuaba con las casa y los chicos aprendíamos que la higiene personal no se terminaba con el cuerpo.

Durante años, limpié la vereda de mi casa, hasta que me casé, y me fui a vivir a un departamento.

Ahora veo al portero hacer esa labor, con bastante cuidado, pero los deshechos, van a parar al cordón de la vereda.

Es cuando advierto que falta algo más que existía cuando era chica: el barrendero, el que se ocupaba de recoger lo que los vecinos limpiaban de las veredas.

Advierto que no he visto barrenderos en mi barrio, aunque sí recuerdo haberlos visto en avenidas o calles céntricas.

Parece que la cantidad de basura que somos capaces de generar supera con amplitud el presupuesto de mantener barrenderos, entonces, tal vez, es hora que comencemos a tomar conciencia, los dueños, los vecinos, de que debe haber un mejor método que deshacernos de la basura simplemente con desplazarla de la vereda al cordón.

¿No sé, será que es necesaria una ley para que nos beneficiemos a nosotros mismos?, o somos capaces de organizarnos para tener una ciudad mejor.

Por mi parte, he comenzado a separar la basura, y junto papeles, cartones, y diarios en una bolsa que destino al señor cartonero cuando tengo la fortuna de coincidir y verlo en la esquina, nos ayudamos mutuamente, yo agradezco su presencia, él agradece mi bolsita de cartones, no saludamos como dos personas que se aprecian.

Estoy segura que por el resto de la basura podemos hacer lo mismo, facilitárselo a los barrenderos o a los basureros, sin tan siquiera pudiera conocer a alguno.